El autismo es un trastorno del desarrollo que afecta el modo en cómo la persona ve el mundo, procesa la información y actúa con otras personas. Hoy en día se denomina Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) porque la forma en que se expresa en cada persona es muy variada, como también son distintas las necesidades de apoyo.

A las personas con TEA les resulta difícil desarrollar relaciones sociales, comunicarse y pensar en abstracto. Como no presentan ningún rasgo físico que les distinga, esta “naturaleza invisible” dificulta la comprensión de los esfuerzos con los que las personas con TEA afrontan los retos del entorno.

El autismo no es una enfermedad y, por tanto, no tiene cura, acompaña a la persona durante toda su vida. Muchas personas consideran que el autismo es una parte de su identidad individual.

Gracias a los avances en el estudio de estos trastornos y, sobre todo, a los testimonios que las personas con TEA nos aportan día a día acerca de su propia experiencia, el conocimiento del “autismo” es más amplio. Hoy sabemos que para muchos de ellos el mundo resulta un entorno muy hostil y estresante.

Con los años, se han utilizado diferentes denominaciones para este trastorno como: autismo, trastorno del espectro autista (TEA), autismo clásico, autismo de Kanner, trastorno generalizado del desarrollo (TGD), autismo de alto funcionamiento (AAF), Síndrome de Asperger (SA), etc. según los diferentes manuales de diagnóstico y herramientas utilizadas, y los diferentes perfiles de autismo presentados de cada persona. En la actualidad, el “trastorno del espectro del autismo” (TEA) es el término de diagnóstico más común.